Segundo mandato de Trump: tensiones con Putin tras un inicio auspicioso

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El vínculo entre Donald Trump y Vladimir Putin, que inicialmente parecía dirigirse hacia una nueva era de entendimiento mutuo, ha llegado a una etapa de creciente tensión. Lo que empezó como una secuencia de gestos amistosos y diplomacia ágil se ha convertido en una situación caracterizada por advertencias, amenazas de sanciones y un tono cada vez más confrontacional entre ambas naciones.

Durante los primeros meses del nuevo mandato presidencial de Trump, los vínculos entre Estados Unidos y Rusia mostraron signos de acercamiento. Washington adoptó una postura menos crítica hacia Moscú en organismos multilaterales, se mostró dispuesto a debatir posibles visitas recíprocas entre líderes y mantuvo un tono conciliador frente al conflicto en Ucrania. Incluso se llegó a cuestionar públicamente la eficacia y el papel de la OTAN, generando incomodidad entre los aliados tradicionales de EE.UU.

Al mismo tiempo, el representante especial de la gestión Trump, Steve Witkoff, efectuó frecuentes visitas a Rusia, manteniendo reuniones extensas con el presidente Putin. Estos encuentros provocaron especulaciones sobre la posibilidad de una cumbre bilateral y reforzaron la percepción de que ambos mandatarios compartían una visión geopolítica más congruente que en gestiones anteriores.

De la diplomacia al desencuentro

Sin embargo, la dinámica bilateral ha dado un giro abrupto en cuestión de semanas. La falta de avances en la guerra en Ucrania y la negativa del Kremlin a aceptar un alto el fuego incondicional ha provocado una notable frustración en la Casa Blanca. En declaraciones recientes, el presidente Trump calificó los ataques rusos contra ciudades ucranianas como “repugnantes” y emitió duras críticas personales hacia Putin.

El enfoque del Gobierno estadounidense se ha vuelto mucho más rígido. Trump emitió un ultimátum demandando el fin de las hostilidades de parte de Rusia, acortando el tiempo original de 50 días a solo diez. También dispuso que dos submarinos nucleares se movieran más cerca del territorio ruso, mostrando claramente una presión militar estratégica. La amenaza de aplicar más sanciones y tarifas a naciones que sostienen lazos comerciales significativos con Rusia, tales como India y China, incorpora un aspecto económico al esfuerzo diplomático de Washington.

El Kremlin sostiene su posición

A pesar del endurecimiento de la retórica estadounidense, el Kremlin no ha dado señales de modificar su postura respecto a Ucrania. Rusia continúa con la denominada “Operación Militar Especial” y evita comprometerse con un alto el fuego duradero. Las condiciones impuestas por Moscú, como la neutralidad permanente de Ucrania y restricciones al tamaño de sus fuerzas armadas, siguen siendo inaceptables para Kiev y para gran parte de la comunidad internacional.

En Moscú, se considera que el gobierno ruso no está bajo demasiada presión por parte de las advertencias provenientes de Washington. Analistas políticos creen que Putin percibe que las capacidades de Trump están restringidas y que las continuas modificaciones en sus fechas y advertencias reducen la credibilidad de sus medidas. En este marco, el mandatario ruso continúa optando por una táctica de desgaste sostenido en el conflicto, seguro de que puede conservar la ventaja.

Nueva visita a Moscú: ¿una última oportunidad?

A pesar de las tensiones, los canales de diálogo no están completamente cerrados. Steve Witkoff regresará esta semana a Rusia, en lo que podría ser un nuevo intento por destrabar las negociaciones y buscar una fórmula de paz. Algunos analistas en Moscú consideran que esta nueva misión diplomática podría estar enfocada en ofrecer incentivos estratégicos y económicos al Kremlin a cambio de avances concretos hacia una solución negociada.

El clima político en Washington, no obstante, enfrenta obstáculos para lograr un consenso bajo las circunstancias actuales del conflicto. A pesar de que Trump se considera un experto en negociación, las demandas de Moscú junto con la rigidez han disminuido la fe en una pronta solución. La presión de grupos internos en EE.UU., en conjunto con las repercusiones internacionales del conflicto, agravan aún más la situación.

Un camino incierto

La relación entre Trump y Putin ha pasado, en cuestión de meses, de la cordialidad a la confrontación. El optimismo inicial, basado en afinidades ideológicas y gestos de cortesía, ha dado paso a una relación marcada por desconfianza y exigencias contrapuestas. La posibilidad de una colisión diplomática entre ambas potencias, que parecía remota al inicio del nuevo mandato estadounidense, ahora se perfila como un riesgo tangible.

En paralelo, Ucrania continúa siendo el centro del desacuerdo, abarcando tanto el ámbito militar como el diplomático. Sin progresos significativos ni concesiones por parte de ambas partes, la situación vigente indica que resolver el enfrentamiento demandará más que simples negociaciones entre dos partes. Cómo se desarrolle la situación en las semanas venideras será crucial para decidir si las acciones diplomáticas consiguen prevenir un agravamiento adicional en los vínculos entre Washington y Moscú.

Por: Pedro Alfonso Quintero J.

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