Los manglares, ecosistemas costeros esenciales, enfrentan una pérdida acelerada que amenaza la biodiversidad y la seguridad de millones de personas. La restauración y conservación se vuelven urgentes frente a los desafíos climáticos.
La importancia esencial de los manglares en la defensa de las costas y en la diversidad biológica
El 26 de julio pasado se celebró el Día Internacional de la Protección de los Manglares, una fecha promovida por la UNESCO con el fin de resaltar la importancia de estos bosques costeros para salvaguardar la biodiversidad, reducir los efectos del cambio climático y proteger a las comunidades costeras. Los manglares se desarrollan en el límite entre la tierra y el mar, actuando como defensas naturales ante eventos extremos y albergando fauna silvestre de gran relevancia ecológica.
Los aportes medioambientales y climáticos de los manglares
Estos ecosistemas desempeñan un papel fundamental en la protección de las costas, amortiguando el impacto de tormentas, tsunamis y procesos de erosión. Asimismo, actúan como refugio para numerosas especies de peces, crustáceos, aves y otros organismos, manteniendo la conectividad y salud de ecosistemas marinos adyacentes, incluidos los arrecifes de coral y las praderas marinas. Al capturar y retener sedimentos, los manglares contribuyen a la estabilidad de la línea costera y al mantenimiento de hábitats marinos críticos.
En términos climáticos, los manglares representan uno de los sumideros de carbono más efectivos del planeta. Según el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), pueden almacenar hasta cinco veces más carbono que los bosques terrestres, consolidándose como aliados estratégicos en la lucha contra el calentamiento global y en la reducción de gases de efecto invernadero. Su preservación y expansión no solo frenan el cambio climático, sino que también fortalecen la resiliencia de comunidades costeras vulnerables.
La seria amenaza que enfrenta la extinción de los manglares
Aunque ofrecen numerosos beneficios, los manglares están desapareciendo rápidamente. En los últimos 40 años, su extensión global se ha reducido a la mitad, y aproximadamente un 1% se pierde cada año. Las causas principales son la urbanización de las costas, la tala de árboles, el crecimiento del sector industrial y la acuicultura no sostenible. Esta pérdida no solo significa la desaparición de hábitats vitales, sino también la reducción de importantes servicios ecosistémicos, como la protección contra fenómenos naturales, el suministro de alimentos y la resiliencia frente al cambio climático.
Proyectos de recuperación y protección de los manglares
Ante esta situación, varias iniciativas a nivel internacional intentan cambiar la tendencia. La Alianza Global por los Manglares (Global Mangrove Alliance) y programas promovidos por la UNESCO se enfocan en la restauración y protección de estos ecosistemas. Su meta es rehabilitar el 20% del área global de manglares para 2030 a través de proyectos basados en la naturaleza que involucren a las comunidades locales y fortalezcan la resiliencia socioambiental. Estas medidas consideran la plantación de especies nativas, la protección de zonas actuales y la educación ambiental como una herramienta de empoderamiento para las comunidades.
La conservación de los manglares como componente de una estrategia de desarrollo duradero
La protección de los manglares trasciende la dimensión ambiental: constituye una estrategia de desarrollo sostenible que garantiza seguridad alimentaria, estabilidad territorial y mitigación de riesgos climáticos. Incorporarlos en las políticas de adaptación y mitigación climática, así como reconocer su valor en los marcos de planificación y conservación, es esencial para asegurar un futuro equilibrado entre la actividad humana y la naturaleza.
Los manglares representan un recurso natural irremplazable, cuyo cuidado depende de la acción coordinada entre gobiernos, organizaciones internacionales, científicos y comunidades locales. La preservación de estos ecosistemas no solo protege la biodiversidad y la integridad de las costas, sino que fortalece la capacidad de los seres humanos para enfrentar los desafíos ambientales y climáticos del siglo XXI.