Tras varias semanas marcadas por cortes, restricciones y reclamos de distintos sectores industriales, el gobierno argentino informó que el suministro de gas se encuentra en proceso de normalización a nivel nacional. La situación energética, que había generado alarma entre empresas, comercios y usuarios residenciales en diferentes provincias, comenzó a estabilizarse luego de medidas urgentes implementadas por las autoridades para enfrentar la demanda estacional y los problemas logísticos.
De acuerdo con fuentes oficiales, la mejora en el abastecimiento responde a una combinación de factores, entre ellos, la reactivación del sistema de transporte y distribución de gas natural, la importación puntual de volúmenes adicionales de gas natural licuado (GNL), y una coordinación más efectiva entre los distintos actores del sector energético. Estas acciones permitieron restablecer el flujo hacia las zonas más afectadas, especialmente en el norte del país, donde se habían registrado mayores complicaciones.
El entorno que provocó la crisis fue una combinación de eventos climáticos desfavorables, restricciones en el sistema de transporte y una demanda extraordinariamente elevada debido al frío intenso. Además, se añadió el retraso en la activación completa del Gasoducto Presidente Néstor Kirchner, uno de los proyectos fundamentales para aumentar la capacidad de transporte desde Vaca Muerta, el más extenso yacimiento de gas no convencional de Argentina.
En momentos de mayor tensión, las industrias con alto consumo de energía, las estaciones de servicio de GNC y los principales consumidores fueron los primeros en experimentar limitaciones. En diversas ocasiones, se les pidió disminuir o detener momentáneamente sus operaciones para garantizar el suministro a los hogares y servicios indispensables. Esta circunstancia causó inquietud en los sectores productivos, que alertaron sobre las repercusiones económicas de una crisis extendida.
Ante ello, el gobierno desplegó una estrategia de emergencia que incluyó la contratación de buques de GNL para su regasificación en las terminales portuarias y la reasignación de volúmenes mediante mecanismos de transporte virtual, como el uso de camiones cisterna para abastecer regiones alejadas de la red principal. Asimismo, se aceleraron trabajos técnicos para resolver cuellos de botella en plantas compresoras y puntos críticos de la red troncal.
Desde la Secretaría de Energía confirmaron que el suministro ya funciona normalmente en todas las áreas, aunque seguirán observando de cerca cómo evoluciona el sistema para prevenir posibles problemas durante el período invernal. Además, se subrayó que esta circunstancia muestra la urgencia de acelerar las inversiones en infraestructura energética, no solo para garantizar la cobertura nacional, sino también para avanzar en los proyectos de exportación hacia naciones vecinas.
En cuanto a las compañías distribuidoras y transportistas de gas, afirmaron que aunque la situación se ha normalizado, siguen existiendo retos estructurales que necesitan ser atendidos a mediano y largo plazo. Algunos de estos retos incluyen la ampliación de los gasoductos, la actualización de las plantas de compresión, y la necesidad de establecer un esquema tarifario que proporcione previsibilidad a los inversores.
El incidente evidenció la debilidad del sistema de energía en situaciones de alta demanda y volvió a poner en discusión la estrategia energética del país. Aunque la nación tiene abundantes reservas de gas, en particular en la formación de Vaca Muerta, las limitaciones en el transporte y la carencia de una planificación adecuada han impedido, hasta el momento, que se explote completamente ese potencial.
Con la situación parcialmente controlada, el desafío inmediato será garantizar que no se repitan interrupciones en lo que resta del invierno. A largo plazo, el desarrollo del sector dependerá de la capacidad del Estado y de los actores privados para coordinar inversiones, mejorar la infraestructura y asegurar un suministro confiable, eficiente y sustentable.